En la mira

El escritor no debe de usar títulos

* El caso de B. Traven

 

El escritor, el cronista, el periodista no deben usar título alguno a la hora de firmar sus escritos; estos hablan por sí solos, no necesitan de un currículum que los avale. Aquél que ha hecho una investigación para desarrollar un libro de historia, elaborar una crónica, publicar algún reportaje, o hacer cualquier trabajo escrito que lo requiera debe suscribir el texto correspondiente exclusivamente con su nombre. La excepción son los trabajos académicos.

Mal se vería un contador haciendo una gran investigación histórica para terminar firmando el resultado por escrito como "C.P. Pedro Pérez", por ejemplo; o un licenciado en Derecho anteponiendo las tres letras usuales a su nombre, "Lic. Juan Sánchez", para firmar un trabajo acerca del efecto de los rayos gama sobre las caléndulas; o un ingeniero opinando acerca de la Reforma Política como "Ing. Rigoberto Smith". Corren el riesgo de que les digan: Como investigador de historia eres muy buen contador; o, para escribir acerca de la salud eres un magnífico abogado; o, como analista político resultaste mejor ingeniero.

Pero no es sólo eso. Óscar Wilde respondió así a quien lo acusaba de que sus escritos eran homosexualoides: "La obra literaria es buena o mala, está bien o mal escrita, no se le puede calificar como usted lo hace". Esto es por lo que se refiere a la forma. El fondo, bien o mal integrado, depende de lo bien hecha que esté la investigación, o de lo bien o mal documentado que se encuentre el escritor.

Anteponer a la firma del escrito la profesión del que escribe equivale a decirle al lector: "Mi trabajo es bueno porque yo tengo tal profesión"; o, "Yo soy bueno escribiendo porque estudié una carrera universitaria", en lugar de presentar un buen texto.

Sin embargo, ¿El profesional va a firmar un peritaje, una cotización, unos planos, una demanda o contestación de la misma ante un juzgado, una auditoría, o un análisis contable, n﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽a su firma el nombre de su profesiequiere que s,  es bueno porque yo tengo tal profesiha que estbir acerca de la saludpor poner algunos ejemplos?; de acuerdo, se requiere que anteponga a su firma el nombre de su profesión, pero no para publicar en algún medio de información un artículo de análisis, reportaje, crónica o editorial.

A los ojos de un profesional del periodismo esta aclaración puede parecer innecesaria pero, cuando vemos que en ciertos medios han olvidado la norma, es la hora de recordarla.

Un magnífico ejemplo, que va más allá de la simple firma, es el del autor de La Rebelión de los Colgados, Macario, La Rosa Blanca y otras novelas, B. Traven; cuando un editor le pidió datos biográficos y fotografías para incluirlos en la publicidad de sus libros, éste le respondió: “Debo establecerlo muy claramente: la biografía de una persona creativa no tiene importancia en lo absoluto. Si esa persona no es reconocible en sus obras, entonces no vale nada o sus obras no valen nada. Por lo tanto, una persona creativa no debe tener más biografía que sus obras".

Traven nunca dio a conocer su nombre verdadero, ni permitió que se conociera su apariencia. En la columna "Personajes" aquí, en Código Diez, se han descifrado ambas incógnitas. Los editores piratas, por cierto le ponen Bruno Traven, cuando él jamás empleó ese nombre; era, simplemente, B. Traven. El gobierno del Distrito Federal cometió el error de ponerle a una calle el nombre de Bruno Traven, es la hora de que lo corrija.

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